Una revista que marca la línea del entretenimiento mundial
Hace un tiempo vi un video de Digibro, en el que, de forma resumida, explicaba cómo funcionaba la Jump, concretamente la Weekly. Después daba una breve opinión sobre cómo este funcionamiento le gustaba ya que los mangas duraban hasta que los fans querían que durasen, es la obra la que se debe atener al espectador. No sé si sus ideas sobre este tema han cambiado, ya que el vídeo es bastante antiguo, pero es un tema que da mucho juego para hablar.
Para empezar me gustaría explicar cómo funciona la Weekly Shonen Jump usando Bakuman (como no podía ser de otra manera), pero ver un funcionamiento tan complejo como es la serialización de un manga y su posterior trabajo en él desde un único punto de vista puede quedar algo vago. Es por ello que me apoyaré en otro manga de carácter similar llamado Cómo se hace la Jump (The Right Way to Make Jump!), el cual es un manga bastante curioso que nunca se suele mencionar cuando se habla de estos temas.
Este manga dibujado y escrito por Takeshi Sakurai fue publicado en la Shounen Jump+, una aplicación web donde se distribuyen obras que no han tenido cabida en las principales revistas de la Shueisha. Normalmente los mangas que se publican en aquí suelen tener menos páginas que una obra común de la Weekly, como es el caso de Cómo se hace la Jump (The Right Way to Make Jump!) que tiene únicamente 5 páginas por capítulo. El manga salió de inicio con la aplicación y nos cuenta en unos 30 capítulos cómo surgió la idea de ese manga, cómo hacen otros autores como es el caso de Kouhei Hirokoshi, autor de Boku no Hero, que protagoniza uno de los capítulos o entrevistas con diseñadores y editores de la revista. Cabe decir que principalmente se centra en cómo se hace la Jump pero literalmente, por qué el papel es de diferentes colores o de dónde surgió el logo de la revista. Sin embargo, los capítulos donde realmente tratan el mundo del manga son muy buenos. También es una obra muy personal donde no hay personajes, sólo personas que explican al propio Takeshi y, por extensión, a nosotros mismos; los diferentes elementos que componen esa revista cada Domingo. Este carácter tan real hace que veamos cómo otros hacen mangas, pero también cómo lo sufre el propio Takeshi, disculpándose porque estuvo enfermo una semana y no pudo dibujar mucho, o dedicando un capítulo entero a agradecer las cartas de sus fans y responder a sus preguntas. Un último apunte, si queréis leer Cómo se hace la Jump (The Right Way to Make Jump!) os tengo que advertir que es muy denso, con capítulos en los que apenas hay dibujo, pero os lo recomiendo totalmente.
Por último, me sorprende que nadie haya contactado con algún autor o autora que haya intentado o haya publicado en alguna de las distintas “filiales” de la Jump para que explique de primera mano su experiencia. Yo no voy a ser la excepción, pero esto que veis en pantalla es un hilo de una autora española llamada Blanca Mira. Esta chica es una autora que ha publicado algunos mangas aquí en España y que actualmente escribe un manga en Planeta Manga, la versión española de la Jump (pero sin explotar a los autores y sin generar tanto dinero). Además de esto, es traductora de japonés y vive en Shinjuku, así que si Bakuman actúa como una obra autobiográfica de Oba y Obata en la que no sabemos cuánto hay de ficción y cuánto hay de realidad, aunque presumimos que es bastante (o incluso todo); este hilo cuenta de primera mano lo que Blanca ha sufrido para intentar publicar, ya que todavía no lo ha conseguido, un manga en la Shueisha.
Blanca cuenta en su hilo que para publicar debes saber un japonés casi nativo, la cantidad de ideas que desechan es sorprendentemente grande. Una vez una historia interesa al editor, como nos cuenta Bakuman, hay que hacer un OneShot para presentarla a un concurso (aunque ya se haya publicado en otros sitios antes, como pasa también en Bakuman). Blanca nos dice que tras rechazar sus OneShot, la mayoría de las opiniones eran que la trama era demasiado compleja, algo de lo que hablaremos después, y que los personajes eran lo principal de la historia y la originalidad lo menos relevante, cosas sencillas. Esta es la razón por la que la mayoría de los mangas se pueden resumir en una línea: “Un hombre de goma quiere ser el rey de los piratas”, “Un ninja desea ser el Hokage”, “Un chico con cola busca las bolas del dragón”. Rápido, conciso y concreto; aunque después todas acaben desviándose. Volviendo al hilo de Blanca, nos cuenta un poco sobre la relación con su editor y su dibujante. Finalmente en Diciembre de 2019, tras dos rechazos pudo publicar un manga que, por lo que sé, todavía está pendiente de unirse a alguna de las revistas de la Shueisha.
Para acabar está Bakuman. Para aquellos que no conozcan este manga, se podría definir como un manga sobre hacer mangas. Los protagonistas son Moritaka Mashiro y Akito Takagi, dibujante y guionista de todas las obras que publican con el seudónimo de Ashirogi Muto. Bakuman actúa como una obra biográfica de los autores Oba y Obata, habiendo dicho el mismo Oba que el manga es una representación de su situación dentro de la industria y, a pesar de que él mismo ha admitido lo contrario, se pueden trazar varios paralelismos entre autores que aparecen en Bakuman y mangakas que publicaban en la época como es el caso de Niizuma Eiji basado en Eiichiro Oda, por tocar el éxito desde muy jóvenes y no disminuir en los rankings según pasan los años, o Hiramaru siendo el alter ego de Sorachi Hideaki, mangaka de Gintama; dado a que ambos daban muchos problemas a sus editores. Estas presunciones aumentan cuando los autores de Bakuman dijeron que algunos editores sí estaban basados en editores que ellos habían tenido. Hay muchas más similitudes, pero creo que ya pilláis la idea.
Con un manga sobre hacer mangas, con otro manga sobre cómo se hace la revista y con las palabras de una persona que va a publicar podemos saber cómo funciona la revista. Pero cómo afecta esto a sus historias.
Bueno, si una historia pasa el filtro del editor que tienes, de los editores que deciden si se presenta a un concurso, si gana el concurso, si cancelan alguna de las series que hay ahora mismo y si vuelve a pasar el filtro de los editores, entonces puedes comenzar a publicar en la Weekly Shonen Jump. Pero no te confundas, joven mangaka, tus problemas no han hecho nada más que empezar; ahora te tienes que enfrentar al ranking.
Las revistas de la Jump, al menos las de la Weekly, vienen con un pequeño papel donde puedes votar los tres mangas que más te han gustado. Hay algunas excepciones como que si tu capítulo es más largo de lo usual o tienes página a color no entras en el ranking (notación en pantalla: “Sólo esa semana”), pero generalmente de las 18 obras que hay en la Jump, 13 ó 14 suelen formar ese ranking. Esto es fundamental y el meollo del asunto porque al final son los fans los que deciden qué manga continúa y cuál no.
En Bakuman lo explican de una manera bastante buena. Cada tres o cuatro meses más o menos, los editores jefes se reúnen para ver qué manga se comienza a publicar pero también qué mangas son sustituidos por los nuevos, dando al autor un par de meses para que acabe la historia de una forma que no parezca brusca. Los mangas cancelados son los que están en el fondo de la clasificación durante unos tres meses. Este, por ejemplo, es el gráfico de los puestos de Samurai 8, el último manga de Kishimoto, autor de Naruto. En este punto, más o menos, ya se decidió que el manga se cancelaría en un par de meses o unos 10 capítulos.
Los fans tienen un gran poder en sus manos; son ellos los que han hecho que One Piece lleve 23 años en la cresta de la ola y también son ellos los que cancelan los mangas. ¿Es esto bueno para las historias de la Jump?
En un primer momento podríamos pensar que sí, al fin y al cabo, el target de la Jump son los japoneses (a pesar de que también se distribuya en E.E.U.U o Inglaterra físicamente y esté MangaPlus para la comunidad hispana y anglosajona) y que ellos decidan qué quieren es lo deseable, ¿no es así?
Sí pero no.
Puede haber tres escenarios, que un fan alargue una serie más de lo un autor quiere o la historia pueda dar de sí, que los fans no den la oportunidad a un manga por X razón o, y lo que es lo ideal, que haya un entendimiento entre fans y manga para que ambos digan: hasta aquí. Desafortunadamente, este no suele ser el caso.
En el primer escenario, el ejemplo más famoso es Dragon Ball. Por si no lo sabéis, en un primer momento DB iba a durar sólo un año e iba a acabar cuando invocaran a Shenron, pero Toriyama eligió extenderlo un poco más y como en los rankings no iba mal, DB continuó. Después quiso acabarlo antes del arco de Rey Piccolo, pero con el torneo Budokai Tenkaichi la popularidad de DB subió como la espuma y Toriyama tuvo que cambiar sus planes de nuevo, los fans no querían que terminara. El final de la saga de Piccolo, también fue otro de los finales no consumados de Toriyama. Con Goku ya adulto, cada arco de DBZ era un supuesto final que no llegó. El editor recomendó a los directores que el final de la saga de Freezer era perfecto, pero no podían perder a la serie que más había vendido en toda su historia. Toriyama, en la saga de Cell, ya no podía más y aún así tardó más de 2 años en que “le dejaran acabar la serie”.
Los fans habían convertido un replanteamiento del mito de Son Gokú, una aventura cómica, en batallas con seres capaces de destruir planetas con un solo dedo. Los fans fueron los que llevaron a la decadencia a DB. Con esto no quiero decir que DB sea malo, es un mito que sentó las bases que seguiría el shonen durante los próximos años, pero hubo una clara caída de calidad a causa de esta norma de “son los fans los que deciden”. Hay miles de ejemplos: Naruto, Death Note, Bleach… Y el problema es que el autor de manga tiene que pensar a tres escalas, una semanal para entretener y no caer en los rankings, una más grande que es un arco, donde encajarán los capítulos semanales y la global que sería la historia en sí. Intentar que la primera y la segunda sean interesantes mientras conectas todos los puntos para que la tercera no caiga es… muy difícil. Es por ello que tenemos normalizado dividir los mangas en arcos mientras que series occidentales no se hace, porque SUELEN estar pensadas de principio a final. Los mangas de la Weekly tienen una idea inicial y un punto final, el cómo se llegue se averiguará durante el camino complicando de esta manera la propia estructura del manga e incumpliendo su requisito de “historias básicas”. El propio funcionamiento de la Jump va en contra de lo que la misma Jump le pide a sus mangakas. Es muy difícil mantener una coherencia narrativa si no tienes el tiempo suficiente para pensar cómo conectarlo todo y además cuentas con la presión de estar el primero semana a semana pasando ya del entretenimiento y llegando a un debate sobre la salud porque tus propios autores caen enfermos con tal de que no se le cancelen la historia y duermen unas 4 horas diarias. Es imposible mantener una historia durante 15 años, semana a semana en altas posiciones y que todo esté perfectamente hilado, tienes que elegir entre seguir trabajando o hacer una buena obra. Y a mí me gusta comer con un techo encima de la cabeza, así que supongo que a ellos también.
Afortunadamente, creo que esto ha ido cambiando con obras como Kimetsu no Yaiba o The Promise Neverland, mangas en lo más alto que acabaron como sus autores quisieron.
Por otro lado, hay veces en las que los fans no dan la oportunidad a un manga para que cuente algo, algunas veces simplemente, no dan la oportunidad a una obra y es que ahora os voy a hablar de Time Paradox Ghostwriter.
Time Paradox Ghostwriter es un manga escrito por Kenji Ichima y dibujado por Tsunehiro Date. El manga trata de un mangaka,Teppei Sasaki , que ha intentado publicar un manga en la Jump y ha fracasado cada una de las veces que lo ha intentado. La noche antes de presentar su último trabajo, un rayo cae en su casa destrozando su microondas en el que hay una Jump del año 2030. Al leerla, se encuentra con la mejor historia que ha visto nunca White Knight y decide copiarla para presentarla en su reunión del editor. Al día siguiente, se presenta en la editorial y se la aceptan, eso sí, cambiando de editor ya que el que tenía no la quería ni leer. Y poco más hay que contar, ya que es un manga de tan solo 14 capítulos.
A pesar de ser una historia interesante en un principio similar a Bakuman pero con viajes en el tiempo, los japoneses no dieron una oportunidad a este manga por el hecho de que Sasaki obtiene su serialización copiando. Esto cabreó mucho a los lectores hasta el punto de que estuvo todos sus capítulos excepto el último siendo el manga menos votado en los rankings. Por si cancelar una serie con tanto potencial sin siquiera dejar a los autores margen para explicar las cosas, Time Paradox Ghostwriter guarda otro parecido con Bakuman y es que es otro manga autobiográfico.
A ver, esto no se ha confirmado, es mera especulación mía pero hay demasiadas similitudes.
Tsunehiro Date es un dibujante de manga que ha intentado entrar varias veces en la Weekly. A parte de este manga, ha publicado otros tres pero no con mucho más éxito que este: Tokyo Wonder Boys es un manga de fútbol que sólo tuvo 10 capítulos durando menos de 3 meses. Dos años después publicó Haru yo, Koi! con tan solo 2 capítulos que no tuvieron ni tankobon y en 2017 tuvo su manga más largo llamado Cross Account el cual no llegó al año por 4 días. Ha estado dibujando y presentando mangas a la shonen desde 2012 que se sepa y se dice que esta era su última esperanza. Al igual que para Sasaki, para Date este manga era todo lo que le quedaba y el rechazo ha sido tan grande que no me extrañaría que no volviera a intentarlo.
El capítulo 12 de Time Paradox Ghostwriter es muy curioso. De forma resumida, Sasaki consiguen que le publiquen el manga y a la salida de la Jump se encuentra con Aino, la verdadera autora del manga la cual, en lugar de cabrearse siente admiración hacia Sasaki por haber tenido la misma idea que ella pero haberla hecho mejor. Más tarde, Sasaki conseguirá a varios ayudantes siendo Aino uno de ellos. Aino sigue trabajando y comienza una rivalidad con Sasaki para ver quien hace el mejor manga. Ah, se me olvidó decirlo, pero Sasaki recibe semana a semana la Jump de 2030 por lo que sólo tiene que dibujarla a su estilo. Sin embargo, llega un número diciendo que la autora de White Knight ha fallecido y que el capítulo de la siguiente semana será el último. Por lo que ahora Sasaki tendrá que continuar él sólo. Los números publicados por él caen un poco en el ranking pero se mantienen bastante bien, aún así Sasaki sienta que está defraudando a la Aino del futuro. Para colmo, aparece otro mensaje del futuro que le dice que Sasaki no puede quedar por debajo de Aino en el ranking ya que ella sufrirá el mismo destino: morirá en el presente.
En ese momento Sasaki empieza a dibujar con más energía de lo que lo había hecho nunca, trazando cada línea a la perfección, contemplando todas las posibilidades para cada capítulo y entonces llega la lista, Sasaki… ha quedado segundo. Es entonces cuando Sasaki se entera de que Aino no trabaja con ayudantes o no tiene revisiones de sus editores, simplemente está dibujado…todo el rato. Con Sasaki desesperado y sin saber qué hacer, es tragado por un portal y llegamos al capítulo 12.
El capítulo transcurre en una especie de espacio etéreo donde Sasaki comienza hablar con el robot que estaba encima de su microondas. Es entonces cuando el robot comienza a hablar de Aino, pero pareciera que habla sobre los mismos autores. Y dice literalmente: ”Su muerte fue inevitable (…) intenté rodearla de un entorno que no le permitiera dibujar manga pero no pude evitarlo. (…)” y con una referencia a Watchmen, se nos dice “La causa de su muerte fue ‘soñar’”. “Sasaki, tú eres el villano de esta historia, a quien escogí para destrozar el sueño; pero también el héroe que iba a salvarla”. Entonces es que el robot comienza a explicar los planes para evitar la muerte de Aino, aunque creo que lo que realmente está explicando es todos los posibles caminos por los que intentaron ir y no tuvieron éxito. Tras unos paralelismos más en los que se habla del final, Sasaki le cuenta un plan que nosotros no podemos saber y es en ese momento cuando el robot, la figura que los autores han cogido para representarse, dice “Puede que no sea del todo imposible (…) Sasaki confiaré en ti.”. El capítulo dura un poco más pero en estos instantes la sensación es positiva, se puede superar, se ha empezado con mal pie pero todo puede cambiar. Un mensaje esperanzador, pero a la vez vacuo y mentiroso pues Kenji y Tsunehiro ya sabían que a su manga sólo quedaban dos capítulos.
Time Paradox Ghostwriter tiene esa ácida ironía, un final triste e injusto para un manga que podía dar más de sí y cuyos autores lo intentaron de todas las maneras posibles y no hubo manera porque a los fans no les gustó el primer episodio.
Para acabar me gustaría sintetizar la idea de este vídeo. Los fans no deberían tener el 100% del poder para cancelar una serie, debería ser gente profesional la que realmente debe evaluar cuando una obra es de calidad o no. Que lo decidan los fans sólo beneficia a la Jump pues vende más revistas, pero, para nosotros, los espectadores y sobre todo aquellos que no viven en el país del sol naciente, esto sólo nos perjudica. Después de pasar tantísimos filtros, ¿realmente debes cancelar el trabajo y la ilusión de dos personas en sólo 4 meses? Ahora podría decir todas esas citas tan famosas como: “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”, “Tenemos que darle lo que necesitan no lo que quieren”, “La pizza con piña no es una pizza”… Pero creo que ya entendéis el tema.
Contexto
En este artículo, que tenía la intención de ser un vídeo de YouTube (de ahí que haya un lenguaje más distendido), se escribió hace un tiempo cuando comenzó el interés por la industria del manga y los entresijos tras bambalinas. Dado a que el vídeo no se acabó realizando, se ha quedado como un reportaje algo informal que se ha utilizado como base para mi libro «El corazón de las cartas. Yu-Gi-Oh: El duelo que cambió el mundo».